ÉTICA CONVERSADA: La libertad para mentir

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Por Javier Darío Restrepo.

Fue un error aquella decisión de la sala civil de la Corte Suprema que obligaba a un medio de comunicación a revelar las fuentes de una de sus informaciones.

En las reacciones que siguieron a esa decisión se invocó la libertad de prensa, el derecho a la información y, por supuesto, la Constitución. Además fue la oportunidad para volver al tema de las relaciones con las fuentes y de la importancia que tiene ´para la democracia que las ciudadanía esté bien informada.

Y para esto son indispensables fuentes que no estén asustadas; y a muchas fuentes las asusta y silencia la posibilidad de que su nombre sea conocido.

Y si a propósito de este episodio uno mira hacia dentro, o sea hacia el interior de la profesión, y reflexiona sobre temas de esos que conversamos entre nosotros, aparece un asunto sobre el que conviene detenerse, pensar a fondo y hablar despacio.

Cómo así que se ha convertido en duda y en tema de discusión que la lucha contra las noticias falsas puede poner en peligro la libertad de prensa.

A ver si he entendido bien: ¿Uno puede invocar la libertad de prensa para publicar noticias falsas? De modo que si un jefe de redacción, o un editor se plantan y le dicen al redactor político, por ejemplo, que su nota no va porque en ella un candidato agravia y calumnia a su opositor, el indignado redactor puede acusar a ese jefe como azote de la libertad de prensa? ¿Es eso?

¿Debo entender que para usted la libertad dd prensa es absoluta y no tiene límites? ¿Cree que la libertad de prensa le abre todas las puertas? Si usted es caricaturista, por ejemplo, ¿puede burlarse de todo y de todos, porque eso es lo que permite la libertad? ¿O que esa libertad le abre la posibilidad de difundir rumores, o de acusar sin pruebas, sobre todo si se trata de adversarios políticos o de gente que a usted le cae mal? ¿Está convencido de que puede escribir lo que quiera porque para eso sirve en un país la libertad de prensa? Es eso lo que entienden algunos colegas.

No lo piensan así los que han estudiado el tema que, al intentar una definición de la libertad dicen que “se trata de la posibilidad de realizarse como ser humano, de levantar la voz para reclamar el respeto a la vida, a la libertad y a la dignidad”. Si esto es la libertad , y los derechos “son reivindicaciones de bienes primarios que concretan las demandas de dignidad y de libertad”, esto en nada coincide con el sueño adolescente de ser libre para hacer lo que a uno le da la gana.

Agréguele a lo anterior que hay una conexión entre libertad y deberes éticos que permite afirmar que la libertad es, a la vez, condición y resultado del cumplimiento de los deberes éticos.

Por eso el deber ético profesional de ofrecer información lo más cercana posible a lo verdadero, deja por fuera toda mentira y destaca la importancia de las fuentes creibles, necesarias para el cumplimiento de ese objetivo.

Yo me explico la vehemencia con que los periodistas rechazamos la posibilidad de que seamos obligados a revelar una fuente con la que se ha pactado reserva, porque en esas condiciones sería imposible hacer información de calidad. Una sola revelación del nombre de esa clase de fuentes bastaría para intimidar a todas las demás y las silenciaría.

El derecho a la reserva de la fuente, lo mismo que la libertad de prensa, la libertad de información y de opinión son medios que el periodista utiliza para cumplir con su tarea de servir con información al bien de todos los ciudadanos… No son fines, ni son absolutos, son herramientas de trabajo.

Tomado de la Fundación Colombiana de Periodeismo.org

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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