Redacción Salud
En 2003, la prestigiosa revista The Lancet publicó una serie de cuatro artículos científicos, en los que presentó la evidencia de un problema de salud pública que necesitaba una intervención global urgente: más de 10 millones de niños en el mundo morían cada año antes de cumplir los cinco años. En esa serie, que entonces tituló “Child Survival”, un grupo internacional de científicos describió las causas de esa mortalidad y los caminos para reducirla. Casi dos décadas después de aquel llamado a la acción, la revista publicó una nueva serie en la que más de 20 investigadores decidieron dar una mirada al pasado para saber con detalle qué ha cambiado. ¿Su conclusión? La situación ha mejorado, pero no lo suficiente, y tampoco a la velocidad necesaria, si se quieren cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a 2030.
“Cuando quedan menos de 10 años para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de 2030, nos preocupa que, una vez más, el mundo les esté fallando a sus niños”, escribieron en The Lancet algunos de los autores de la nueva serie, titulada “Optimising Child and Adolescent Health and Development” (“Optimización de la salud y el desarrollo de niños y adolescentes”). El cambio de nombre de esta versión respecto a su antecesora no es casual: los retos más urgentes del mundo frente a la niñez, explican los autores, ya no se reducen solo a que el niño sobreviva más allá de sus cinco años: se trata, dicen, de apoyar una agenda de transformación en la salud, la economía y el medio ambiente para que ese niño crezca y se desarrolle plenamente. La discusión ya no se remite solo a la supervivencia.
Por eso, a diferencia de la serie de 2003, en esta nueva entrega los científicos abarcan la salud sexual, reproductiva, materna, infantil y adolescente, así como la nutrición y el desarrollo, y los sistemas de salud, educación y sociales por los que transitan las madres y sus hijos. Si bien los autores aseguran que durante los últimos 20 años las tasas de mortalidad mundiales se redujeron, pasando de 111,43 muertes por cada 1.000 embarazos que alcanzaron las 28 semanas de gestación en el año 2000, a 62,02 muertes en 2019, esa reducción esconde profundas inequidades.
La pandemia, sin embargo, ha representado un serio obstáculo en el plano de las vacunas. El número de niños que no recibieron ninguna aumentó de 13,6 millones en 2019 a 17,1 millones en 2020, señala el director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, en un texto en el que comenta los resultados de la serie publicada por la revista The Lancet. “Las peores consecuencias recaerán de manera desproporcionada sobre los niños más pobres y vulnerables, y sus cuidadores en todos los países”, agrega el funcionario, antes de resaltar que es el momento de construir sistemas de salud más sólidos. Pero ese fortalecimiento en esa edad temprana no pasa solo por la vacuna, sino también por la nutrición, por la actividad física que se haga e incluso por la riqueza o pobreza de su familia.
Los autores de los trabajos que conforman esta nueva entrega estiman que “la pobreza en los primeros años de vida está fuerte e inversamente asociada con indicadores de capital humano, como la estatura adulta, la escolaridad lograda y la inteligencia”, señalan en el segundo artículo de la serie. Retrasar el embarazo adolescente y aumentar el acceso a agua potable segura son medidas que los académicos consideran claves para afectar positivamente la vida de los niños.
La crisis actual, finalizan, no solo plantea una amenaza sustancial de estancamiento y reversión del progreso para los niños y adolescentes a escala mundial, sino que también ofrece enormes oportunidades: “Buscamos un esfuerzo global revitalizado para proteger, nutrir y apoyar completamente el potencial de salud y desarrollo de cada niño en todas partes, desde antes de la concepción hasta la edad adulta”.
Tomado de El Espectador.